Cuáles son los «novísimos» cambios de la RAE de 2010 (Guía para recordarlos)

Para el año 2010, la Real Academia Española (RAE) presentó su última edición de la Ortografía de la lengua española, donde dejó constancia de varios cambios en las reglas ortográficas de nuestro idioma. Sin embargo, para la fecha, el grueso de la población se sigue manejando con las reglas ortográficas previas. Ello por dos razones principales:

  1. Desconocimiento de las nuevas reglas en la población general, o desinterés en el uso adecuado de las reglas ortográficas.
  2. Desaprobación o rechazo de los cambios por un porcentaje alto de los principales grupos que difunden el lenguaje en una sociedad: periodistas, escritores, editores, etc.

La misma RAE reconoció el fracaso de estos cambios, en el sentido de que los mismos no han sido aplicados por doctos ni población general. Salvador Gutiérrez, miembro de la RAE, habló de eso en una entrevista a El Mundo (haz clic aquí para leerla).

Sin embargo, en el último año la industria editorial y periodística ha empezado a adecuarse a estas medidas, y cada vez es más común encontrarnos con medios que aplican la nueva ortografía indicada por la RAE. Incluso, hace aproximadamente un año, algunos medios se hicieron eco sobre la noticia del 2010 como si fuera una noticia recién salida del horno. Todavía, de vez en cuando, algún diario despistado vuelve a contarnos sobre estas novísimas reglas como si hubieran salido ayer.

De cualquier forma, todas estas son muestras de que la medida está empezando a tener más eco e impacto, lo que quiere decir que tal vez ya es tiempo de dejar la resistencia y conocer cuáles son esos cambios que tendrás que aplicar en tu escritura, para ajustarla a las normas.

A continuación, se presentan algunos de los cambios más relevantes de esta novísima vieja edición, y en los que más se suele incurrir en errores. Al final, encontrarás también una lista de recursos y enlaces de interés, para que sigas mejorando tu ortografía. Y si quieres tener estos datos siempre a mano, puedes descargarte la ficha en pdf desde este enlace.

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7 preguntas para hacerte al terminar de escribir un cuento

1. ¿El cuento empieza donde debe empezar?

En muchas ocasiones empezamos a escribir por donde el cuento se nos presenta (o donde la inspiración nos encuentra), pero no necesariamente donde el cuento debe empezar. Ángela Hernández Núñez dice que es frecuente que las primeras palabras, oraciones e incluso párrafos que escribimos en un cuento sean un entrenamiento interno para conocer su verdadero inicio.

Relee lo que has escrito y verifica dónde tiene más sentido que empiece tu historia. Si eso significa que debes borrar tres párrafos bien escritos, hazlo sin remordimiento. Quizás te sirva aquel precepto del in media res o, lo que es igual, empezar la historia a medio camino de su desarrollo. En ese caso, puede que algunos fragmentos del inicio, donde explicas aspectos del argumento de tu historia o de sus personajes, se puedan rescatar en párrafos siguientes. Pero no intentes rescatarlo todo. En literatura hay que ser tan valiente con lo que se escribe como con lo que se borra.

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Comenzando el día con la porción correcta de acentos

Hay una canción que me gusta bastante, llamada «That time», en donde su cantante, Regina Spektor, le pregunta (suponemos) a su pareja «¿Recuerdas aquel tiempo en que solo podía leer las partes de atrás de las cajas de cereales». Un poco antes le pregunta si recuerda el tiempo en que solo leía Shakespeare. Esto, además de un bonito recurso de generalización, a partir de la exposición de opuestos, nos habla de una persona que ha tenido lecturas equilibradas; desde las más complejas hasta las más informales. Pero, todo esto no es más que una canción. No podemos siquiera pensar que se trate de más que una ficción en beneficio de la música. Lo que sí podemos tomar como cierto, en cambio, es el hecho de que efectivamente hay personas para las cuales la única (o prácticamente la única) lectura que realizan es en sus cajas de cereales, mientras desayunan. Es casi un cliché tomar la caja con la mano izquierda e ir leyendo la tabla nutricional (e incluso los teléfonos de atención al consumidor, los días de más tedio) mientras la mano derecha (asumimos como posible el cambio de lateralidad, por supuesto) empuña maquinalmente la cuchara, baja al plato y sube a nuestras bocas, sin que siquiera lo notemos demasiado. Es por ello que, desde hace mucho tiempo, las compañías de cereales, se han preocupado por llenar de contenidos diversos sus cajas: desde juegos mentales, hasta cuentos infantiles. Y si en adultos resulta altamente probable la lectura de estos contenidos, imaginen la proporción en los niños. Y más si sumamos el hecho de que dichos contenidos por lo general están dirigidos a ellos, en tanto el cereal se concibe como una alternativa para el desayuno de niños en su mayoría. Todo bien hasta allí.

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Los buenos genes llevan su acento

Después de haber estado «Haciendo ruido con los acentos» junto a mi novia y mis 3 sobrinos hace algunos días, me ha quedado la fiebre de seguir participando en este más que interesante (inspirador) proyecto colectivo, que lleva ya casi 3 años dándole la vuelta al mundo hispanoescribiente y lleva por nombre «Acentos Perdidos». La cosa es sencilla: Imprimes unos cuantos acentos según el modelo que está disponible en la página oficial, buscas algunos acentos que estén faltando en la calle, pides permiso a la persona pertinente para corregirlo, y pegas el acento adhesivo. El sábado 25 de marzo estuve, como ya dije, pegando algunos de estos acentos con mi familia, y me sobraron algunos, entre ellos uno bastante grande, que decidí pegar en la parte de atrás del cuaderno de mi trabajo, que es quien me acompaña a diario. De modo que así tendré un acento siempre a mano para cuando me encuentre con algo que sea necesario corregir. La verdad me encantaría seguir pegando los acentos, pues el efecto social es mayor cuando resulta definitivo. Pero la verdad es difícil imprimir tantos acentos, de modo que me tocará conformarme con este acento efímero, que no dejará mayores huellas en la calle; pero sí en mi blog, donde iré montando mis pequeñas correcciones.

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