Historia de un virus

Cuando declararon la pandemia por coronavirus, los superhéroes nunca pudieron dejar de trabajar. En un mundo habitado por villanos funestos, la cuarentena era el espacio ideal para sus fechorías, y solo los superhéroes podían detenerlos. De cualquier forma, ¿qué podría hacerle un simple virus, una triste gripe a un hombre que levanta un trasatlántico con su dedo meñique, a una mujer que genera un cráter como para matar de nuevo a los dinosaurios con un solo puño sobre el asfalto? Para sorpresa de todos, mucho. Muchísimo.

No ocurrió de inmediato, pero pronto el virus tuvo que mutar para adaptarse a estos sistemas inmunes excepcionales, y ahora los superhéroes y supervillanos empezaban a morirse. Y junto con ellos, el resto de la población mundial moría ahora a cuatro o cinco veces la velocidad inicial. Y aumentando. Las vacunas que se venían preparando ya no servían para nada, y los experimentos tuvieron que empezar de nuevo, basados en esta nueva mutación. Las primeras muestras exitosas fueron las que incorporaron anticuerpos tomados de superhéroes, pero se hizo muy fácil saber cuáles sujetos tomaban el placebo y cuáles la vacuna real, porque estos últimos empezaron a desarrollar superpoderes.

La noticia le dio la vuelta al mundo, y todos querían que la vacuna se liberase inmediatamente, sin más ensayos clínicos. Los pocos superhéroes que quedaban en pie, en cambio, se sentían amenazados. Solo había dos alternativas. La población reducida a cero en un par de años más si no se actuaba, o la población obteniendo superpoderes en cada rincón de la Tierra. Cuando los primeros tiranos, líderes de guerrillas y jefes de bandas criminales lograron hacerse con muestras experimentales de vacunas y obtuvieron superpoderes, la respuesta resultó obvia para todos.

Una coalición de más de mil superhéroes se desplegó a lo largo y ancho del globo, para acabar con los criminales ahora evolucionados a supervillanos, pero también para acabar con las farmacéuticas que controlaban las vacunas. Los científicos no tuvieron más remedio que inyectarse para poder defender su producto y honrar su juramento hipocrático.

Las otroras ratas de laboratorio ahora daban una de las batallas más fuertes que le hubiera tocado librar a héroe alguno. En el proceso, la lista de héroes originales diezmaba y seguían aumentando las amenazas, con nuevos supervillanos surgiendo por doquier, pero también nuevos aliados para los superhéroes entre los sujetos de los primeros experimentos.

El vuelco final sucedió cuando Norteamérica logró vacunar a la cuarta parte de sus marines y el presidente mismo también ganó sus superpoderes. Fuerzas de supersoldados americanos se desplegaron por todo el globo, generando más daño que control del mismo, de modo que científicos y héroes tuvieron que unirse para luchar en contra de un enemigo común, todo esto mientras los servicios médicos decaían en cada rincón y seguía muriendo el grueso de la humanidad.

La solución diplomática llegó un año tarde, con la mitad de la humanidad muerta, amontonada en cementerios que se habían quedado sin espacio hace mucho tiempo. Un comité internacional fue creado para garantizar el desarme, la aniquilación de hasta la última muestra de vacuna existente y la incineración de todo documento que explicara su desarrollo. Los héroes y villanos habían firmado un pacto de no agresión, que se cumplía en buena medida, con excepciones que dejaban un escenario bastante parecido al de los viejos días. Nada imposible de controlar. Después de todo, hasta el peor de los villanos había aprendido la lección y por fin entendían la verdadera magnitud de ese viejo mantra villanesco de acabar con la vida en la Tierra.

Tras seis meses de una extraña y agridulce paz, en la que el virus seguía ganando el espacio que todavía le quedaba por ganar y hasta las naciones más opulentas se quedaban sin recursos para atender esta masacre, un científico que nunca se animó a inyectarse y que guardaba consigo el conocimiento necesario y muestra suficiente de superanticuerpos, desarrolló una nueva versión de la vacuna en secreto absoluto e, ilusionado por un cambio definitivo, se fue hasta un cementerio local, e inyectó la muestra en uno de los muertos.

Cinco minutos de intensa espera y entonces ocurrió lo esperado: el muerto abrió sus ojos. Desconcertado por despertar de la muerte, este hombre, un joven de unos 20 años que había sido lanzado allí hace menos de 24 horas, no parece reaccionar. El doctor saca su equipo y empieza a revisarle la dilatación de sus pupilas, la respiración, los latidos del corazón, la presión arterial. Los signos no eran concluyentes, pero hasta ahora eran prometedores.

Se volteó para buscar una inyectadora, para tomarle una muestra de sangre, y allí vio las otras cien muestras de su nueva y mejorada vacuna, que tenía en caso de conseguir éxito con el primer sujeto. Cuando volteó y se enfrentó al hombre vuelto a la vida, sus ojos por fin lo miraban directamente con la cabeza ladeada, como un perro que mira a su amo sin entender algunas de las decisiones que toma en su vida. La sonrisa del doctor duró solo una fracción de segundo, el tiempo que le tomó entender lo que sucedería a continuación. Acorralado entre montones de muertos, en total desventaja, el doctor cerró los ojos y se entregó por completo al destino que había forjado.

Un comentario en “Historia de un virus

  1. Holis, cielo!! Tiempo sin leerte. Qué bueno hacerlo de nuevo 🙂
    Cuando veía tantas series y pelis sobre muertos vivientes, me llegaba un hormigueo en el cuerpo por saber que el sistema que conocíamos estaba moribundo y que le quedaba poco tiempo de vida mientras se arrastraba y boqueaba tratando de no sucumbir. PEROOOOOOOO… jamás imaginé que el cambio sería tan BRUTAL Y VIOLENTO. Da tristeza ver cómo hay mandatarios que aún se burlan, ver países con sus poblaciones diezmadas y peor aun ( y hadta sospechoso) ver como unos cuantos se vuelven cada vez máaaaaaaas millonarios. Pareciera que se tomaron en serio las pelis holliwoodenses donde un laboratorio crea un virus letal y lo esparce felizmente al mundo para obtener un nuevo orden deseado. En fin… ya veremos cómo termina la historia.
    Saluditos.

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